miércoles, 10 de febrero de 2010

En el corazón (infartado) de Europa

Zamora no puede soportar un paro de 14.683 personas. Nuestra provincia no había alcanzado un volumen tan alto de desempleados en los últimos catorce años, ya que los datos de los que dispone el Servicio Público de Empleo Estatal (anterior Instituto Nacional de Empleo) se remontan a 1996, cuando, con Felipe González, se alcanzó el nivel récord de paro registrado hasta el momento. Entonces la cifra daba 12.890 desocupados en la provincia. A día de hoy, en todo el país sobrepasamos los 4,3 millones, eso sin contar más de medio millón de personas que no se incluyen como parados por encontrarse realizando cursos de preparación profesional.

Ahora, cuando se han terminado de cerrar las aceras que levantamos con el Plan E, toda esa mano de obra vuelve al paro, pero multiplicada. El parche del Plan E pudo haber sido perfectamente sustituido por una inyección a los ayuntamientos para saldar sus deudas con miles de PYMES, que son las que sustentan nuestro tejido empresarial; muchas de estas se han tenido que cerrar con todas las consecuencias: impagos, despidos, etc. Pero el presidente del Gobierno sigue empeñado en gobernar pensando en el aquí y en el ahora, poniendo tiritas a un cáncer que ya no es una amenaza sino un hecho: 4 millones de parados, lo que el ministro auguró como imposible hace escasos 12 meses.

Mientras tanto, Zapatero lanza globos sonda sin criterio ni orientación para jubilarnos a los 67 o elevar casi al doble los años para calcular la cotización para las pensiones. Pero ha visto que los sindicatos por ahí ya no pasan. Lo han pasado prácticamente todo, pero la situación está llegando a un límite insostenible.

Ahora, los organismos internacionales apelan a España, Grecia y Letonia (el “corazón” de Europa) a rebajar salarios ya que no pueden regular los tipos de cambio (ya no hay peseta).

El bolsillo de las familias zamoranas, como el de las españolas, no va a soportar la deuda de ningún otro plan E, F o G. Pongamos la inicial que pongamos, esta deuda va a suponer una letra más en la difícil economía de los ciudadanos, sumada a la letra del piso, el coche, etc.

El problema ya no es el rumbo de la política económica. El problema no son los errores de una estrategia. El problema es que no hay un rumbo ni estrategia, ni capacidad ni competencia, la solución es ya cambiar a quien lidera un gobierno desorientado de improvisaciones, globos sonda y rectificaciones constantes.

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